MI LUCHA CONTRA EL CÁNCER – TESTIMONIO III
Por: Víctor Nolberto Unyén Velezmoro
Después de cuatro años de luchar contra el cáncer, luego de meditar profundamente sobre todo lo acontecido, decidí contar mi historia, no para que me compadezcan o sientan lástima porque continuo tratando de combatir este flagelo que estoy seguro he de superar; me siento protegido por Dios y mi ángel guardián que siempre me acompaña; quiero que mi Testimonio sirva a otros pacientes en las mismas circunstancias, que por más difícil parezca la situación, siempre puede haber una posibilidad de superarlo en base:
a) tener fe en la misericordia del Dios Todopoderoso que todo lo puede y sabe nuestro destino, más aún si no hemos cumplido nuestro ciclo en este mundo terrenal;
b) en la capacidad profesional y humana del médico tratante,
c) en nuestra propia fe que mueve montañas, que comprendamos que aún podemos ser útiles a la sociedad y a nuestras familias.
Creo que en estos tres pilares radica nuestra posibilidad de prolongar la vida.
El Resumen de mi Historia Clínica incluida en la Hoja de Referencia Nº 001783, indicaba “Paciente varón de 62 años de edad con hematuria macroscópica por tumoración vesical derecho, según ecografía citoscópica biópsica: Lesión coliforme para trigomet derecho. Pequeña – AP: Carcinoma de células transicionales de vejiga”.
Diagnóstico de Referencia: C67.9 TUMOR MALIGNO DE LA VEJIGA URINARIA. PARTE NO ESPECIFICADA -TIPO DX DEFINITIVO. Tratamiento especializado. Médico tratante: Dr. Morales Flores José Carlos. Es Salud Chimbote. Fecha 23.08.2005.
Recibida la invitación de la Hermandad del Señor Crucificado de Santa de la antigua Santa María de la Parrill,a para reseñar su historia en el atrio de la iglesia durante su salida en procesión; después de haberles aceptado, tuve que decirles No por la urgencia del viaje a Lima; pero el Señor hizo que me retractara nuevamente al postergarse el viaje, y pude cumplir la promesa el 14 de agosto del 2005, en el que le pedí al Señor que me sanara, que la operación quirúrgica fuera un éxito.
El Señor Crucificado o Señor Muerto en la Cruz, patrono del distrito de Santa, es una escultura tallada en madera del escultor Melgarejo, de la escuela sevillana, que llegó al Perú conjuntamente con otras dos imágenes, la Señora de la Natividad o Virgen de Guadalupe patrona del distrito de Nepeña, y del Rosario que fue llevada al norte, a Zaña; imágenes solicitadas al Rey de España Felipe II por Santo Toribio de Mogrovejo, el segundo Arzobispo del Perú el año de 1584, ante el abuso de los encomenderos españoles contra los indios a quienes trataban como esclavos “bestias de carga en el mercado de la carne”, que contrastaba con la prédica de la Santa Iglesia Católica.
Así llegué al Hospital “Edgardo Rebagliati Martis” de Lima, con la carta Nº 1491 de fecha 25.08.2005, firmado por la Srta. Keyla Torres Torres, Jefe de la Unidad de Referencias y Contrarreferencias de Es Salud de Chimbote, engrampada a un sobre que contenía la documentación correspondiente.
Desde mi lecho de enfermo evoqué a mi padre Nolberto Unyén Peláez, a quien un día después de su onomástico, el 07 de junio del 2005 para ser más preciso, le compuse unos versos que jamás se los pude leer, porque el tiempo fue más raudo que mi prisa, dieciséis días después fallecía por un infarto cardiaco el 23 de junio del 2005.
¡Padre!
En este instante de soledad,
me viene a la memoria
pasajes en los que te veo
como el personaje central
de mi vida.
¡Esos pasos ágiles de varón atleta!
Con el transcurso del tiempo
fueron perdiendo el ritmo acompasado
de los años mozos;
y cansado por los años
aún resistes cual árbol frondoso,
permaneciendo de pie
por los siglos de los siglos
AMEN.
Treintaidós días estuve hospitalizado, por lo tanto tuve todo el tiempo disponible para replantear mi vida, retrocedí al año 1960, ahí estaba, vistiendo los colores del Club Deportivo “Manuel Rivera” y después “José Gálvez”, tenía dieciséis años de edad y ya jugaba en primera división con el famoso Manuel “Chino” Rivera Sánchez, que hoy con toda justicia lleva el nombre el Estadio Centenario de Chimbote; como dirigente universitario en las añejas aulas de la Universidad Nacional de Trujillo y como orador junto al Dr. Javier Alva Orlandini, en ese histórico discurso del 4 de noviembre de 1984, por la creación de la Universidad Nacional del Santa, que se puede observar ingresando a You Tube o a mi blog.
http://www.victorunyenvelezmoro.blogspot.com
En verdad, por donde pasé dejé testimonio de mi presencia, recuerdo cuando estudiante de Farmacia en la Universidad Nacional de Trujillo, los estudios eran un año de Pre Farmacia y cuatro de Facultad; cuando aprobé la Pre y fui a matricularme a la Facultad, la secretaria se negó a hacerlo sino firmaba una carta de compromiso aceptando estudiar cinco años de Facultad; presionado firmé como lo hicieron todos; pero una vez ya matriculados, empezamos una huelga que con el transcurso de los días superaba los treinta sin visos de solución; por lo que el Decano convocó a una asamblea de docentes y alumnos el año 1963, en los cuales se nos planteó la necesidad de incrementar un año de estudios con el fin de que se dictaran nuevas asignaturas como Bioquímica y Físico Química; nadie se ponía de acuerdo; hasta que yo le manifesté tímidamente a uno de mis compañeros cual era la solución; éste levantando la mano dijo ¡Decano!, se refería al Ingeniero Químico, también Químico Farmacéutico, Werner Górbitz Arbulú. ¡Víctor Unyén tiene la solución!. ¡A ver alumno Unyén tiene la palabra!; me moría de miedo, me temblaron las piernas, pero atiné a hablar: Señor Decano, todos estamos de acuerdo en llevar las nuevas asignaturas ¿Pero, por qué incrementar un año? Con el costo que significa para nuestros padres mantenernos en Trujillo un año más, si esas materias se pueden incrementar al semestre, en vez de llevar tres asignaturas, llevamos cuatro. ¡Bien!, el decano levantando el brazo y elevando el tono de la voz dijo ¡Allí está la solución!. Se resolvió el conflicto, mis compañeros me sacaron en hombros del Laboratorio de Química Cualitativa donde se había desarrollado la Asamblea, y desde esa fecha fui elegido como dirigente ocupando diversos cargos, desde Delegado al Consejo de Facultad, Asamblea Universitaria, Federación Universitaria de Trujillo y Presidente de Promoción 1966 “Fernando Belaúnde Terry”; añadiendo la de presidente de la Asociación Universitaria Chimbotana (A.U.Ch.).
Me sacó de ese ensimismamiento una joven enfermera que hacía sus prácticas pre profesionales, pertenecía a la Universidad Cayetano Heredia, por el distintivo que exhibía en el pecho; llegaba para colocarme una de las tantas ampollas recetadas por los médicos, mi brazo presentaba similares huellas que casi no había espacio para inyectarme otra aguja; se puso nerviosa y no encontraba la vena; cerré los ojos y le pedí entre mis rezos que me enviara otra enfermera de mayor experiencia; y no les miento, en ese preciso instante ingresaba otra enfermera de más edad a quien le rogué me colocara la ampolla, salieron ambas fuera de la habitación, conversaron, tomó mi brazo y me colocó en contados segundos la inyección. Gracias Dios mío.
Siempre me he preguntado ¿Cómo me infecté de la pseudomona?, cómo también lo del ¿cáncer a la vejiga?, ningún familiar por lo menos cercano lo ha padecido; dicen que el tabaco es una causa, pero yo no fumo. Recuerdo que después de la operación me llevaron a una habitación en la que tuve que compartir con otros dos pacientes, uno de los cuales era de Ica, que había retornado por tercera vez al hospital, porque no le podían combatir una enfermedad presentada en las piernas. Pero ¿porqué lo llevaron a Urología, al piso 12?, probablemente porque allí lo habían tratado. Todos los síntomas fueron parecidos a los que yo después presenté.
Tantos días alimentándome con la sazón de las comidas del hospital, me quitaban el poco apetito que tenía; Dany me daba fuerzas me mimaba, pero yo sabía que a solas soportaba todas las penas, lejos de nuestros hijos, nietos, de nuestro hogar; antes de retirarse cada noche se acercaba a la imagen del Señor de los Milagros instalada casi a la entrada dentro del Hospital y le oraba de todo corazón que me sanara; peor aún el 17 de octubre, la junta de médicos habían decidido extraerme mis órganos probablementecontaminados. Eso hizo que clamara aún con más fe por mi sanación, también lo hacía todos los días al amanecer y al anochecer, juntos me acompañaban las imágenes de las Vírgenes del Carmen, de la Puerta, con la Biblia, entre otros libros religiosos.
Dos enfermeros vinieron una mañana y me trasladaron a una habitación unipersonal siempre en el piso 12, en la que mis cuñados instalaron un televisor para distraerme. El Dr. Nolasco cada mañana al pasar revisión médica conversábamos, un día me dijo ¡Usted está envarado! De aquí no sale hasta que esté completamente sano. Me mencionó que era amigo de la familia del Dr. Augusto Robles, el propietario de la Clínica Robles, que le había hablado muy bien de mi persona; también conocí a un enfermero natural de Chimbote que trabaja en dicho hospital. Por la noche me colocaron una ampolla de Ulipenán de acuerdo a los resultados de los análisis realizados: Urocultivo y antibiograma.
Lo que era la vida, recapitulé cuando joven lleno de vigor me desplazaba por las virginales calles de ese Chimbote de las décadas de los cincuenta y sesenta, aún resaltaba su amplia playa de aguas azulinas y manto de arena dorada de sol ¡Ah, la Isla Blanca y la bocana!; que para Alexander Humboldt en su Diario de Viaje, la Ferrol fue la bahía más hermosa desde Cabos de Hornos hasta Guayaquil; me sentía un jefe yunga en los dominios de los Moche, creía que si chocaba contra un camión este se volteaba; solamente recuerdo que espantado por un perro que ladrando me perseguía, choqué contra un despistado ciclista que venía en sentido contrario en la sexta cuadra del jirón Leoncio Prado, haciéndolo volar por los aires, mientras yo continuaba desesperado huyendo del peligro; años más tarde, luego del terremoto del 31 de mayo de 1970, convertido en el segundo presidente de la Asociación Wha Yoi (1971), constituido por descendientes de ciudadanos chinos, soy nieto de chino (Cantón) con chimbotera y de español con peruana; desciendo de los Velezmoro, los antiguos dueños de la hacienda Arakeda de Cajamarca; y de los Alva de Cascas y Contumazá; a los cinco días de mi elección hice una finanza y adquirí el terreno para después con el apoyo de la directiva y de los socios construir su local institucional de la sexta cuadra de la Av. José Pardo de Chimbote.
El día 18 de octubre, el Dr. Víctor Luna Martínez, mi médico urólogo, llegó sonriente y me dijo: ¡doctor, ya no lo operan! Los resultados de laboratorio de patología indican que la vejiga no está infectada, el tumor había sido extirpado; mostrándome los resultados de los análisis se alejó camino a su consultorio donde le esperaban sus numerosos pacientes; esa misma mañana por fin había amanecido sin fiebre; esperanzado esperé que me colocaran la segunda ampolla. Una vez más Dios estaba a mi favor.
Llegó las doce del mediodía y la enfermera no llegaba, me apersoné a la oficina de la jefa de enfermeras para reclamarles; me manifestaron que tuviera paciencia. ¡qué paciencia! ¿de dónde sacarla? Después de tanto tiempo había amanecido por fin sin fiebre. A las 6 p.m. coincidentemente con la salida en procesión del Señor de los Milagros llegó la enfermera con la ampolleta de Ulipenán para colocármela; ¡qué coincidencia! Dios no me desamparaba continuaba protegiéndome. A partir de ese instante me colocaron un total de 25 ampollas, primero cada 6 y luego cada 8 horas, hasta restablecerme completamente.
Cada mañana ansioso esperaba leer las noticias a través de los diarios que Dany me traía, pero al mismo tiempo continuaba leyendo por partes la Biblia que había traído de Chimbote …
Continuará.
miércoles, 21 de octubre de 2009
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