MI LUCHA CONTRA EL CÁNCER – TESTIMONIO IX
Por: Víctor Nolberto Unyén Velezmoro
La última vacuna de las tres de BCG de la octava Fase, me la aplicaron el 8 de mayo del 2009, seis meses después la inflamación aún perdura, el médico dice que son por las citoscopías e instilaciones practicadas a lo largo de casi cuatro años de tratamiento. En verdad cada vez que me la practican ruego a Dios que no rebrote él carcinoma, porque no sé si seré capaz de volver a reiniciar el tratamiento.
Me preguntáis
¿Qué sentido tiene la vida?
Si luego de trajinar por caminos disímiles,
buscando descifrar las incógnitas del pasado
encuentras un inquilino royéndote las entrañas.
¡Piensas!
¿Es más preciado el hoy que el ayer?
¿El presente que el mañana?
Entonces,
Sientes que tu tiempo se acorta.
Una vibración interior.
Desesperado coges el tiempo.
Retomas
lo que dejaste inconcluso,
olvidado en un pasaje de tus recuerdos;
por viajar tras otras auroras
pidiendo explicación al universo.
Redivivo.
Clamas al Dios misericordioso
que olvidaste cada mañana al levantarte
cada tarde en el fulgor de tu mirada,
cada noche recostado en la almohada.
¿Por que yo?
brota la palabra inesperada
de la razón sin la razón.
Sientes una fuerza interior que te impulsa
a remontar nuevas esperanzas,
recorrer caminos conocidos en tiempos finitos.
Luchas,
sabiendo que tu edad alcanza
para marcar la diferencia
entre una célula y la nada,
que puede ser el final de tu calvario.
Sólo Dios sabe ¡Si es la hora!
¿Cómo? ¿Cuándo?
para dialogar con los orfebres de la palabra
en el ofertorio de la vida y la muerte.
Guiados por el Ing. Haya llegamos a la Estación del ferrocarril de Beijing, más o menos a las 6 a.m.; encontramos a un centenar de ciudadanos chinos que se amanecieron durmiendo arropados con colchas en el suelo, en una especie de parque, eran viajeros hacia diferentes zonas de la gran China. Wílmer sacó tres pasajes con destino a la Muralla.
En Taipei, capital de Taiwán, República de China, la ex Isla de Formosa de Chang Kai Sei, conocimos templos ancestrales con sus dioses, un monje me obsequió un amuleto de la buena suerte escrito en idioma chino, de color amarillo, de dos por cinco centímetros, que siempre llevo en mi bolsillo superior izquierdo; pasamos por un elefante de más de dos metros de altura todo de blanco, Dany se fotografió junto a él; en otro avistamos una gran campana de más o menos metro y medio de circunferencia que colgaba de un tronco especialmente acondicionado, la hice repiquetear con el badajo que colgaba en su interior, cuyo eco nos habían asesorado recomponía las células de nuestro organismo, lo hicimos varias veces.
En el Museo de Taipei fuimos recepcionados por el Director que nos obsequió dos réplicas de grandes pintores chinos, nos sentamos frente a un órgano milenario, nos deleitamos con artesanías en miniatura, resaltaba una embarcación confeccionada en una semilla de arroz, entre otras preciosuras; óleos de pintores de diferentes épocas de la historia china colocados en diferentes ambientes dentro de un edificio de arquitectura occidental; en el Teatro gozamos con la Ópera de Beijing; en el recorrido por la isla observamos un atolón con la cara parecida al presidente Jhon F. Kennedy, avistamos el ocaso del sol en un atardecer frente a la inmensidad del océano, nos hizo recordar a nuestro Chimbote querido; aún más, en una gruta nos llamó la atención una raíz enorme, gruesa, añeja como la China milenaria. Orgulloso viajaba exhibiendo un dije circular en el ojal de la solapa izquierda de mi saco, resaltaba en el centro de la piedra jade verde una lira del poeta estampado en oro, me la dieron junto con el doctorado. Ahora, nos aprestábamos a recorrer la Gran Muralla China en Beijing, nuestro paso por Hong Kong fue raudo, el principal obstáculo fue el idioma. ¡Para qué vienes a China sino sabes por lo menos el inglés!.
Creo en Dios, todo lo que vengo superando y los milagros que ha obrado en mí, ¡qué dudarlo! En mi lecho de dolor hice mil promesas algunas incumplidas, soy humano, quiero hacer una vida normal y trato de hacerlo; la inflamación aún persiste y tengo temor cada vez que voy al baño que la orina se tiña de rojo, síntoma indudable de que algo anda mal, en mi caso fue cáncer.
Ya en la muralla la observamos en todo su esplendor, pagamos los derechos para poder ingresar, adquirimos unas tarjetas de color rojo firmadas por la autoridad de la ciudad, constancia de nuestra visita; recorrimos aproximadamente un kilómetro de lo mismo, es decir, una muralla de piedra construida sobre la cima de los cerros, más o menos de unos ocho a diez metros de altura, ocho de ancho, con paredones laterales bien conservados de un metro de altura sobre el piso conformado por adoquines de piedra de aproximadamente un metro por cuarenta centímetros de diámetro; y cada cien metros un torreón de vigilancia y descanso para los vigilantes de antaño.
Durante el recorrido nos tomamos fotografías, alquilamos allí mismo trajes de emperador, emperatriz mi esposa; sentados sobre una especie de trono especialmente diseñado para los turistas; por todo se pagaba con Yuan la moneda china, algunas en diferentes partes de la muralla; gran parte de los rollos me los velaron al tratar de revelarlos en esa zona, dicen que eso era parte de la política de los chinos para no filtrar información visual al exterior sobre extravagancias occidentales; a partir de esa experiencia guardé mis rollos para revelarlos en el Perú.
Recuerdo que en nuestro recorrido con el Ing. Haya, caminábamos conversando en español y al pasar cerca de una dama norteamericana que reposaba sobre una de las piedras que bordean la muralla, exclamó ¡MACHU PICCHU!, le sonreímos, nos había reconocido como peruanos, dicen que hablamos como cantando. Ya de regreso tomamos un bus que nos trajo de regreso a nuestro hotel.
LA GRAN MURALLA
La Gran Muralla
Es una sucesión de puntos
en línea sinuosa
que bordean las montañas Ming.
Un largo camino pétreo
en la legendaria y mítica
historia China.
La muralla,
Son puntos finitos
que permanecen
incólumes en el tiempo.
Al día siguiente fuimos a almorzar en unas fondas para probar la comida popular, por la tarde a adquirir algunos regalos para la familia, amigos, sobretodo sedas, en una zona parecida a Polvo Azules en Lima, al salir ya de tarde, temerosos cuidábamos nuestros paquetes como peruanos. En eso el Ing. Haya nos dijo: ¡No se preocupen! Aquí en la China, chino que roba a extranjero, pena de muerte sumaria. Entre ellos hay juicio. Por la noche nos llevó junto a su esposa a un chifa de esos de lujo donde probamos el pato pequinés entre otros manjares.
El día del retorno, la noche anterior nuestro amigo el ingeniero Wílmer Haya nos pidió que abandonáramos el hotel y pasáramos la noche en su casa para continuar practicando su español y más fácil salir juntos hacia el aeropuerto; la mañana de la partida nos acompañó el Dr. Adrián Moreno, Diplomático de la Embajada del Perú en la República Popular China; cuanto bien nos hizo su presencia, ya habíamos tenido problema con nuestras maletas de viaje en Hong Kong, aparecieron justo en el momento de partida a Bejing; ahora era lo mismo, el diplomático y el Ing. Haya, exigieron su aparición que felizmente lo lograron, todo ello por el problema entre Taiwán y la República Popular China, y nosotros procedíamos de Taipei. Una vez que aparecieron las maletas, el funcionario chino quiso enviarlas con destino a Miami, yo exigía que fuera a Lima – Perú, ¿Pero quién iba a entender mi español?. Felizmente el Ing. Wílmer Haya que dominaba el idioma chino exigió que llamara a su superior, al cual manifestó ¿Por qué enviar a Miami, si mi destino era Lima? Si no había tenido problema al llegar a la China a través de Estados Unidos, por qué habría de tenerlo al salir de ella. Con esos argumentos el superior ordenó que mis maletas fueran directamente con destino a Lima. Con un fuerte abrazo nos despedimos de ellos, jamás los he vuelto a ver. Ojalá que el destino me permita otra vez cruzarme en sus caminos, para agradecerles ese enorme gesto que tuvieron con nosotros en la Milenaria Oriental China; de igual manera al Dr. Castro, diplomático chimbotano, hijo del propietario de la Bodega “El Milano”.
La Sra. Gladys Maurtua de Achú enterada de mi tratamiento, nos llamó un día citándonos en su domicilio en los altos de “El Hueco en la Pared”, para obsequiarnos varias estampas de una Virgen muy milagrosa en España, país del que acababa de llegar, Santa Maravilla de Jesús, a la cual en mis momentos de incertidumbre y preocupación le pido con fervor lo solucione, acompañado de un Padre Nuestro, Ave María y Gloria al Padre; siempre me lo cumple; como también a la Virgen de la Puerta, del Carmen o Nuestra Santa Rosa de Lima.
Continuará.
domingo, 22 de noviembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario